CON LOS NARCOCORRIDOS NO!
- IMPACTO DIGITAL INFORMATIVO
- 21 mar
- 2 Min. de lectura
Jorge Viveros Pasquel
El narcocorrido es un género musical que, aunque ha sido defendido como una expresión de la cultura popular, también ha sido ampliamente criticado por la apología que hace de la violencia y el crimen organizado. En este contexto, es contradictorio que quienes consumen, interpretan o se benefician de este tipo de música exijan justicia en casos como el de Teuchitlán, Jalisco. Si bien toda persona tiene derecho a la justicia y a vivir en un entorno seguro, la promoción de una cultura que glorifica la narcoviolencia contribuye a la normalización del problema.
La música tiene un impacto profundo en la sociedad. No se trata solo de entretenimiento, sino de un reflejo de los valores que se fomentan y de los ideales que se buscan alcanzar. Los narcocorridos, al exaltar a líderes del crimen organizado y a sus acciones delictivas, influyen en la percepción de la juventud y pueden llegar a generar admiración hacia figuras que representan violencia, impunidad y corrupción. Quienes escuchan y defienden este tipo de contenido participan, consciente o inconscientemente, en la difusión de una ideología que se opone a los valores de legalidad y paz que tanto se reclaman en casos de violencia e injusticia.
El caso de Teuchitlán, como muchos otros en México, es una tragedia que merece esclarecimiento y justicia. Sin embargo, exigir justicia mientras se promueve un género que exalta a los responsables de tanta violencia resulta una contradicción. Es necesario cuestionarnos qué tipo de cultura estamos promoviendo y si realmente estamos contribuyendo a la solución o formando parte del problema. La música, como cualquier otra expresión artística, conlleva una responsabilidad social. Por ello, quienes consumen o producen narcocorridos deberían reflexionar sobre su papel en la perpetuación de la violencia en nuestro país.

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